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Mostrando entradas de septiembre, 2017

El silencio de los buenos y la comunidad gay

El silencio de los buenos y la comunidad gay “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos.” Martin Luther King Hay frases que llegan al corazón, que hacen pensar en la actitud de quien las lee ante determinados grupos sociales que utilizan la fuerza para imponer y alcanzar sus deseos. ¿Qué puedo hacer yo? Me he preguntado en multitud de ocasiones ante las situaciones injustas, ante los actos de discriminación y la falta de sensibilidad por los colectivos que carecen de lo más básico, ante el saqueo de los bienes públicos por parte de los que tienen fuerza, medios y parece que el acumular bienes, poder y relevancia social sea su único fin, su único propósito de vida. Pero no hace falta picar tan alto. Basta con pensar qué puedo hacer ante situaciones de odio y discriminación como la que ejercen personas que pudieran vivir en mí mismo barrio, incluso en mí mismo e

El armazón del alma. La legitimidad de nuestro dolor.

El armazón del alma La legitimidad de nuestro dolor He tardado prácticamente toda mi vida en sanar muchas de las heridas que me produjeron durante mi infancia, mi adolescencia y mi juventud. Como nadie que esté cuerdo, yo no quería sentir dolor, pero el dolor estaba ahí. Un dolor fruto de un maltrato psicológico infringido en el seno de mi propia familia, junto con todo mi entorno que parecía comportarse como lo hacían en casa y en algunos casos, evidentemente, aún mucho peor. Durante mucho tiempo, pasada ya aquella época en la que, aunque mi cuerpo estaba vivo mi mente vivía aturdida quizá protegiendo a mi verdadero yo, comenzaron a hacerse presentes las secuelas. Las depresiones, la ansiedad cuyo origen estaba escondido, el desánimo permanente, la ausencia de esperanza… no sabía porque me sentía así, y lo atribuía a mi falta de carácter, a mis propios defectos, a un espíritu indolente a mi pereza, a mi ignorancia… No solo me sentía mal, sino que me castigaba por s