Ser Gay. La dificultad para que lo acepten algunos padres
“Si veo que mi hijo me sale maricón, le echo de casa”. Es una frase que lamentablemente hasta el día de hoy vengo escuchando cuando alguno de los hijos de las personas que conozco manifiesta una sensibilidad afectiva mayor a la del resto de sus hermanos.
¿Por qué un padre o una madre pueden rechazar a un hijo? Sin duda por muchos motivos, pero vamos a analizar el caso de que el hijo sea homosexual y la familia lo rechace por esa causa.
Del mismo modo que nosotros, al descubrir nuestra orientación sexual, tenemos miedo de que nos rechace el grupo y, en un primer momento, podemos ocultarnos para que no suceda así, ellos, nuestros padres, tienen el mismo miedo, pero no por ti sino por ellos mismos. Temen que, al tener un hijo homosexual, les rechace el grupo familiar, laboral o de amigos en el que están socializados. Personalmente no creo que sean conscientes de este miedo. Actúan por impulsos y el primer impulso al descubrir que puede haber algo en su familia que permita a los demás avergonzarlos o rechazarlos es sacrificar al elemento “defectuoso”, antes de que les sacrifiquen a ellos. Todos los demás argumentos son mecanismos psicológicos de defensa para no afrontar un hecho que realmente es inaceptable: “en caso de peligro prefiero salvarme yo”.
El agravante es que ellos son adultos y su responsabilidad para con sus hijos, teóricamente, es la de protegerlos y dedicarse a ellos hasta que alcancen una madurez que les permitan llevar una vida independiente. ¿Pero, qué están haciendo al rechazar a sus hijos? Pues la respuesta es bien sencilla, los inmolan en aras de su tranquilidad y bienestar. Tanto más cuando saben lo que les espera. Probablemente ya se hayan burlado de algún amigo o familiar que haya tenido o tenga un hijo o hija homosexual. Saben que no se pasa bien, saben de las humillaciones en las que quizá ellos mismos ya hayan participado dejándose llevar por “un momento insana diversión” y no quieren recorrer ese mismo camino.
Sé que para ellos tampoco será fácil, pero si tomaran conciencia de que el rechazo y la vergüenza que van a tener que soportar no es ni la décima parte de lo que van a tener que soportar sus hijos, y realmente los quisieran, no obrarían tan a la ligera.
Muchos padres o madres manifiestan sin ningún pudor que preferirían que su hijo muriera antes de que fuera homosexual, o que padeciera tal o cual enfermedad. Pero no lo dicen por amor a sus hijos, si no por egoísmo, por un amor hacia sí mismos equivocado. Antes de que socialmente se vean vapuleados, prefieren ellos mismos lapidar a sus propios hijos; con la remota esperanza de que, al ver que los rechazan con tanta intensidad, el grupo en el que están integrados, no los rechace a ellos.
Otra alternativa es considerar que sus hijos son unos enfermos. El porqué está en la creencia de que sin son enfermos, tal vez exista un modo de hacer desaparecer su “enfermedad” y con ella la presión general a la que inexorablemente se verán sometidos. Incluso en su desconocimiento podrían llegar a sentirse culpables o responsables de haber engendrado un hijo así, o influido en ello con la educación que le han dado; añadiendo un sufrimiento supletorio. Por este motivo es necesario también que aquellas personas que son padres o van a ser padres estén bien informadas sobre este tema y que es una problemática exclusivamente social fruto de las reacciones primarias ante lo diferente o ante las minorías. En mil novecientos noventa, la Organización Mundial de la Salud la eliminó de la lista de enfermedades mentales. Si no existiera una presión social, como no la hay por nacer con el pelo rubio, por ejemplo; no estaríamos hablando sobre este asunto; sin embargo, en algunos lugares de África, nacer albino supone estar estigmatizado, señalado y perseguido cuando no asesinado por sus congéneres, siendo lo habitual el hecho de vivir traumatizados y marginados como consecuencia de la ignorancia, las supersticiones y los prejuicios. ¿A qué me recuerda esto a mí…?
"Dejé una notas para ti" Por Valentín Martínez Carbajo
www.escritorvalentinmartinezcarbajo.com
Puedes leer 6 poemas del libro de poesía homoerótica del autor pinchando aquí.
“Si veo que mi hijo me sale maricón, le echo de casa”. Es una frase que lamentablemente hasta el día de hoy vengo escuchando cuando alguno de los hijos de las personas que conozco manifiesta una sensibilidad afectiva mayor a la del resto de sus hermanos.
¿Por qué un padre o una madre pueden rechazar a un hijo? Sin duda por muchos motivos, pero vamos a analizar el caso de que el hijo sea homosexual y la familia lo rechace por esa causa.
Del mismo modo que nosotros, al descubrir nuestra orientación sexual, tenemos miedo de que nos rechace el grupo y, en un primer momento, podemos ocultarnos para que no suceda así, ellos, nuestros padres, tienen el mismo miedo, pero no por ti sino por ellos mismos. Temen que, al tener un hijo homosexual, les rechace el grupo familiar, laboral o de amigos en el que están socializados. Personalmente no creo que sean conscientes de este miedo. Actúan por impulsos y el primer impulso al descubrir que puede haber algo en su familia que permita a los demás avergonzarlos o rechazarlos es sacrificar al elemento “defectuoso”, antes de que les sacrifiquen a ellos. Todos los demás argumentos son mecanismos psicológicos de defensa para no afrontar un hecho que realmente es inaceptable: “en caso de peligro prefiero salvarme yo”.
El agravante es que ellos son adultos y su responsabilidad para con sus hijos, teóricamente, es la de protegerlos y dedicarse a ellos hasta que alcancen una madurez que les permitan llevar una vida independiente. ¿Pero, qué están haciendo al rechazar a sus hijos? Pues la respuesta es bien sencilla, los inmolan en aras de su tranquilidad y bienestar. Tanto más cuando saben lo que les espera. Probablemente ya se hayan burlado de algún amigo o familiar que haya tenido o tenga un hijo o hija homosexual. Saben que no se pasa bien, saben de las humillaciones en las que quizá ellos mismos ya hayan participado dejándose llevar por “un momento insana diversión” y no quieren recorrer ese mismo camino.
Sé que para ellos tampoco será fácil, pero si tomaran conciencia de que el rechazo y la vergüenza que van a tener que soportar no es ni la décima parte de lo que van a tener que soportar sus hijos, y realmente los quisieran, no obrarían tan a la ligera.
Muchos padres o madres manifiestan sin ningún pudor que preferirían que su hijo muriera antes de que fuera homosexual, o que padeciera tal o cual enfermedad. Pero no lo dicen por amor a sus hijos, si no por egoísmo, por un amor hacia sí mismos equivocado. Antes de que socialmente se vean vapuleados, prefieren ellos mismos lapidar a sus propios hijos; con la remota esperanza de que, al ver que los rechazan con tanta intensidad, el grupo en el que están integrados, no los rechace a ellos.
Otra alternativa es considerar que sus hijos son unos enfermos. El porqué está en la creencia de que sin son enfermos, tal vez exista un modo de hacer desaparecer su “enfermedad” y con ella la presión general a la que inexorablemente se verán sometidos. Incluso en su desconocimiento podrían llegar a sentirse culpables o responsables de haber engendrado un hijo así, o influido en ello con la educación que le han dado; añadiendo un sufrimiento supletorio. Por este motivo es necesario también que aquellas personas que son padres o van a ser padres estén bien informadas sobre este tema y que es una problemática exclusivamente social fruto de las reacciones primarias ante lo diferente o ante las minorías. En mil novecientos noventa, la Organización Mundial de la Salud la eliminó de la lista de enfermedades mentales. Si no existiera una presión social, como no la hay por nacer con el pelo rubio, por ejemplo; no estaríamos hablando sobre este asunto; sin embargo, en algunos lugares de África, nacer albino supone estar estigmatizado, señalado y perseguido cuando no asesinado por sus congéneres, siendo lo habitual el hecho de vivir traumatizados y marginados como consecuencia de la ignorancia, las supersticiones y los prejuicios. ¿A qué me recuerda esto a mí…?
"Dejé una notas para ti" Por Valentín Martínez Carbajo
www.escritorvalentinmartinezcarbajo.com
Puedes leer 6 poemas del libro de poesía homoerótica del autor pinchando aquí.